jueves, 5 de enero de 2012

Mujer con feto

2009 - Locuras previas al año nuevo

Catorce días serían suficientes para que termine el invierno, para que las bancas del parque central no estén cubiertas de nieve. Ella se sentó, se dió cuenta de que sería la protagonista de esta pequeña historia de un blog en internet y decidió alejarse de ella sin dejar rastro. Nunca se supo el nombre de este personaje, solo dejó algunas huellas en la nieve y se fue.

2010 - Día particular

Hoy:
Comí 2 platos de sopa
Me perdí antes de llegar a mi casa
Descubrí que es entretenido patear piedras en el camino
Volví a recordar canciones del invierno pasado
No me gusta el invierno, pero es la época del año donde me quiero más
Mi abuelo acaba de llamar
Me advirtió que no coma pescado crudo
El tío Cheuqe está con alzheimer
No le debo decir a nadie

2010 - El viejo, modelo, de la forma, humana

Era viejo, delgado, pálido y me miraba mientras tomaba café. Tal vez era su musa o tal vez era otra más de las tantas que lo rodeaban. Por las noches las veía, tan bonitas, tan esbeltas y frescas, tan curvadamente perfectas. Pero yo nunca me pude ver. Siempre tuve intriga en averiguar cómo era.
Hoy ha terminado tarde, pero me siento más completa. El viejo salió a las diez de la habitación de colores, donde todas lo observan. Todas se observan. Todas me observan. Celos en el aire. Mil y una mujer hermosísimas andaban por el cuarto, en praderas, en París o en la playa. Todas hermosísimas y yo; sin haberme visto, decidí serlo también.
Siempre quise ir a la playa, pero no puedo. Me siento aprisionada, no puedo moverme. Pienso en cómo salir de acá, pero el viejo no me lo permite. ¿Será magia oculta que utiliza? ¿O son sus cosquillas nocturnas las que no me hacen querer huir? Tal vez yo no quiera irme. El viejo me agrada.
Me siento especial. Siento que el viejo me prefiere, pues me visita y sólo a mí me acaricia con su delicada pluma. Todas las mujeres me miran con envidia, y yo sonrío. Pero cada día que pasa, cuando el viejo no está en el cuarto, las luces están apagadas y cuando los buenos duermen en la ciudad, escucho sus risas y susurros. Pienso en envidia, pienso en celos y no me siento como ellas; creo que soy especial.
Cada vez me siento más completa, aunque el viejo vuelve cada día suspirando más mientras me mira y analiza. Ahora trae un libro siempre que lo hace. Al comienzo me miraba a los ojos, ahora apenas me observa. Ya no hay amor en sus ojos, sólo lee el libro y luego me hace algunos cosquilleos más, pero ahora me duelen. Ya no lo hace con una pluma, sino con un punzón gris. Luego, creo que intentó acariciarme, pero me raspó un poco el cuerpo. Creo que eran mis piernas, pero tengo miedo. No puedo verlas y siento que las piernas que alguna vez tuve se fueron con un ciclón.
Hoy el viejo lloró cuando terminó de acariciarme (esta vez sí lo hizo con su pluma calientita). Me miró de lejos, de cerca. Hasta trajo a algunos amigos que me observaron y pude ver sus caras de asombro. Creo que las mujeres tienen razón; soy fea. Tal vez por eso fue que decidieron cubrirme y llevarme hacia la oscuridad.
No pude ver nada hasta que sentí cómo rasgaban la tela negra con la que me habían cubierto y cómo dos hombres me miraron y me pusieron en lo alto. Ya no estaba en la habitación de colores. Los miraba desde arriba, como si ellos fuesen pequeños y yo una musa; gigante. Y de repente miro alrededor y miradas, mujeres, hombres, cuerpos, paisajes (y otra vez praderas, playas y París) en tantos cuadros. Me sentí observada. Un gran espejo me miró y fue ahí donde me vi por primera vez. Estoy desnuda.



Una taza de café y un libro de arte abstracto estaban sobre la mesa. El viejo artista sacó sus acuarelas y decidió empezar otra pintura, pero ahora de manera realista; como siempre las había hecho: El boceto de una musa hermosísima y curvilínea en la playa apareció en su mente, borrando así los restos de Morgana; mujer que rompió con los paradigmas de la forma humana plasmada en el arte; tercer puesto en la muestra anual artística de París. Qué desilusión.


Y el viejo salió de la habitación silbando, despacito.

2010 - Carta al autor

Hoy perdí la miel de la más colorida

Es como cuando tres notas se juntan y

Es como

Querido autor,
Lamento decirte que estoy insatisfecho con la historia. No es que quiera ser el protagonista, sino que mientras describías el otoño, no mencionaste mi nombre.
Pocas veces presento quejas, pues la verdad es que agradezco que me hayas creado, pero debo decirte que ahora que estoy rodeado de personajes y las mentes me construyen, me da indigestión. No es por el otoño, tampoco por que faltó una tilde en mi nombre en la segunda página, sino que creo que los lectores no aprecian mi arte. Tal vez porque no la redactaste bien, o estoy empezando a pensar que no soy interesante. O empiezo a cuestionarme si tenga arte en mí... Tal vez por eso no soy protagonista.

Me quedé en blanco. Eso te debe pasar a veces, sobre todo cuando creas personajes como yo, sin amigos. Ayer todos los personajes hicieron una fiesta y no me invitaron. Te quise avisar, pero probablemente no te hubiese encontrado, ya que debiste estar en esas fiestas bohemias de tus tiempos mientras que yo quedé inmortalizado entre estas tapas. Agradezco esta cualidad de inmortalidad, pero empieza a preocuparme, pues entre las páginas que me cobijan cada vez empiezo a ver más polillas que me seducen y muerden fragmentos de mi existencia.

Además, el final de esta historia es bastante... Creo que no pertenezco. Me disculpo. Creo que estoy de mal humor y por eso escribo estas cartas. Creo que todo es causa de este resfriado tan molesto como

Como

Como mi incapacidad para elaborar ejemplos. Simplemente optaré por contentarme y un te quiero y chocolates. Calientitos.

Es cuestión de poder

Depresión: La realidad te consume. Locura: Tú consumes a la realidad

2010 - El lienzo del artista

Hola, estimado lector.

No me leas. Siénteme. No me ignores. Estoy aquí, vulnerable otra vez: Ámame, pues si nadie lo hace me marchito. Y entonces el mundo no podrá florecer, pues se encerraría en la jaula de las palabras. Todos ocultaríamos esencias en conceptos. Usaríamos una coraza de cartón, metal, de hierro: Todos escupirían en mi cuerpo.
Los silencios también son música. Entonces ¿por qué contaminarlos con incomodidades? ¿Y no simplemente colaborar a ellos al callar y sentir y reafirmarte como parte del lienzo del artista?