jueves, 5 de enero de 2012

2011 - El día d (último día de universidad)

Empieza un día común y corriente... no. Debes levantarte a una hora donde la mayoría de simples mortales duermen y empezar a leer para tu final: Desde Sanchez Cerro, quien la oligarquía lo descholifica aunque que al final lo mataron, luego Benavides, hasta Belaúnde, bien buena onda, pero el Congreso estaba aliado en su contra bien mala onda yno lo dejó hacer reformas pes, asi no juega Perú (en realidad si,... siempre).Finalmente llega Velasco, el chino rudo, que no dejó que Santana venga al Perú a dar su concierto. Qué pena, los hippies lloran.

Al llegar a Alan García ya daba un poco de hambre, y aprovechando que no tenía que hacer las largas colas, fui por un poco de galletas chinchanas, pero no. Debía de estar en ayunas para mi examen de sangre. Así que me aguanté y aunque mi estómago rugía como dragón traté de conciliar el sueño. Una pastrulada: Cuando estás en finales los personajes históricos aparecen en ellos, y te cagan el cerebro.

Finalmente despierto y me jala mi vecina, bien buena onda. Evitamos todo el tráfico asqueroso de la Javier Prado (-hermano de Manuel Prado, quien entre 1956 y 1962 gobernó legalizando al APRA en la Convivencia - carajo, reflejos de finales), y llegamos a la universidad querida, donde hacía un calor perfectamente asqueroso. Voy a que me saquen sangre, una señora me grita: Niña, espera tu turno. Carajo, espero un rato pero finalmente me sacaron sangre y no dolió. Ahora, a estudiar en el Tinkuy.

Otra vez me encuentro mentalmente con todos estos hombres que uno a uno van cagando de a poquitos el país. Sí, algunos hacen buenas cosas, pero siempre hay intereses de por medio. En fin, llega el examen y me abre la puerta una mujer con un gran lunar facial. Me desconcentró. Me pidió mi número de carpeta y le dije mi nombre, volvió a repetir la pregunta, me dije mi código, la repitió una vez más, casi le digo mi edad, pero no, la respuesta correcta era 61. Lo siento, señora, su lunar me distrajo. Voy hacia mi lugar y me encuentro con que en la carpeta estaban escritas todos los datos encaletadamente. Pido borrador. No sé si por una cuestión moral o porque simplemente estaba segura que mi sacrificio rendiría frutos de manera honesta. Terminé mi examen, bien fácil estaba. Elegí responder Velasco. Me acordé de la profesora Lilia y de mi abuelo que hablaba del Gran General.

Salí, me junté con mis amigos, a esperar hasta las 3 sin tomar ni comer nada. Me estaban matando. Esa era la hora de la ecografía. En el camino a la ecografía escuché mucho sobre animales, acompañé a personas suertudas a comer una pizza grandota, (inclusive en una ventisca me cayó la caja de la pizza y algunas servilletas). Me llama mi amiga, ya saldrá del hospital. Yo tenía hambre. Empiezo a hablar huevadas: La cacería de brujas se dio en la Guerra Fría. Si, soy de la PUCP, hablo mierda, y me excuso diciendo que tengo hambre. Vienen y me preguntan: Tienes examen? Y yo, si, de ecografía. Nadie parece notar que ese no es un curso, todos asienten. Por poco dicen: Ese curso es difícil. Lo confunden tal vez con geografía o ecología.

No hay mucho por hacer hasta la hora del alimento. Conversar, huevear, ver cómo se prende una fogata con miles de fósforos en el pasto, observar cómo miles de empleados desfilan con millones de panetones frescos al frente tuyo. Te provoca, pero no puedes. Ted Bundy está en mi oreja y tengo sueño y hambre. Recuerdo que leí en el periódico que los hombres piensan 19 veces en sexo en un día, 11 en comer y 8 en dormir. Sólo lo escribo porque quería inmortalizarlo en esta ridícula note de facebook que probablemente nadie lea solo yo cuando esté aburrida o vieja.

Ya se acerca la hora de la ecografía, pero lamentablemente el sueño y el hambre te hacen hacer cosas extrañas: Por qué no golpear a alguien en el estómago ahora mismo? Zas. Y luego te haces la pila de la risa y escuchas la palabra "impávido" piensas en Alvaro, quien probablemente sepa su significado. Yo no lo sabía (tuve que venir a mi casa a buscarla en google). Luego ves pasar a la Raspitinka y te ríes de tu lenguaje inventado, de los pseudónimos que le pones a la gente, de la palabra primicias y de todas esas cosas PUCP 2011. Ay qué tierna.

Finalmente es tiempo de la ecografía y la doctora no llega. Te pones a leer un libro de Camus que te recomendó tu psicólogo, trata sobre el suicido. Rayos, pensará qué soy potencial suicida? Carajo, llevo un arete de asesino serial en mi oreja izquierda, creo que eso no da mucha buena sospecha de mi estado psicológico. Todavía no llega la doctores y yo quiero ingerir alimento. Con mucha sal porque soy adicta. Ya llegó quejándose de todo y me pone un gel frío en la barriga. Yo me cago de la risa. No sé si son los nervios o el recuerdo del golpe al estómago, pero no me dejaba respirar bien. Respira, respira y no sueltes. Habrá pensado que fumo mucho (sea lo que sea) o que no tengo pulmón, porque no aguantaba más que unos segundos y explotaba de la risa. Chibola cojuda, eso soy. Dijo que tenía riñones pequeños y que podría ver mis resultados otro día. Felizmente no había nada extraño en mi estómago, nada parecido a un feto o algo por el estilo.

Finalmente me dirijo al Central a alientarme. Me sirvo sal. Más sal. El señor me mira: Sí, soy adicta, señor. El señor se rió y yo me fui a disfrutar de tallarines ramen con hongos. Invité un poquito, vi el cielo bonito y me fui a mi hogar en un largo viaje en microbús leyendo el libro del suicidio. Veo pasar a la gente: Pensarán en que lo viven? Sólo viven, siempre dirigiéndose hacia algún lado, queriendo que sea mañana, para querer que sea mañana y así sucesivamente. Carpe diem time?

Llego a mi hogar y no. No llego porque había olvidado la llave. Asi que con poco abrigo, decidí vagar por ahi escuchando jazz en la calle mientras las carros pasan. Y quiero ir al baño. Para eso está Vivanda: Entras encaletadamente y te vas. No pasa nada. Te encuentras con un amigo. Ya deben haber abierto la puerta de mi casa. Le digo que me acompañe a volver. En el camino hablamos de Conga y de política. Puaj, mejor hablemos de otra cosa: Qué pedirás por navidad?

Luego vemos cemento fresco: Perfecto. Salamandra y castor. Pero una mujer nos gritó Carajo con mayúsculas y sólo quedó Salamandra. Pasó el Serenazgo. Luego decidimos joder (es realmente divertido y apasionante). Pasa un señor con cara de bueno (es bien difícil encontrarlos hoy en día, todos andan malhumorados por las calles) y entonces es mi turno: Oye, Rodrigo, ese no es Carlos? (lo señalo). ¡Carlos! Cómo has estado. Nos acercamos. Nos cagó: REALMENTE se llamaba Carlos. Otra cagada de la impredictibilidad. Nos dijo: Si, soy Carlos, pero no los recuerdo, quiénes son? Simplemente dije: Los hijos de Cecilia, no nos recuerdas? El pobre hombre casi se acerca a saludarnos con beso. Estaba confundido, y se sentía culpable por no reconocernos. Podía oler su sentimiento de culpabilidad. Finalmente dejamos de joderlo y lo dejamos libre. Antes de llegar a mi hogar (estaba realmente cansada por todo este tema de los finales) encontramos a una animé japonesa bastante celeste que estaba parada. Se llamaba Minku, según ella y decidimos tomarnos una foto con ese gran personaje posmoderno. Minku habrá pensado en el suicidio? No lo sé, nadie lo sabe.

Seguimos caminando en la travesía hacia mi hogar. Un perro ladra, ladra y araña a Rodrigo. Decidimos correr alrededor de un señor y luego hacer un baile extraño en la parada de un semáforo. Llego a mi casa más que cansada y molida por este día tan absolutamente extraño y divertido. No podré ir al cumpleaños de mi prima porque necesito dormir. La llamo, me disculpo y la veré mañana: Comeremos crepes.

Tomo un yogurt con corn flakes, me meto a la cama, pongo una película, no la veo. Nunca es tarde para romper con la monotonía cotidiana. Jamás. Es sólo cuestión de tirarle un puñete y reírte en su cara. Reírte del tiempo, del absurdo, del año que termina, del regalo navideño que no te gusta pero lo aceptas porque es de algún familiar cercano, de las medias con hueco, de que no haya papel higiénico en el baño y te encuentres solo, de que Alan García ahora esté realmente gordo, de que ya llega el verano y no te has hecho la depilación completa y de que en realidad, en eso consiste todo. Luego de ver a los trágicos en filosofía antigua en el final del día anterior, concluyes que el hombre es finito y frágil ante el mundo (no importa qué tanto huelas a teen spirit, adolescente, siempre eres frágil ante la contingencia). Y esa contingencia, ese futuro como espacio de libertad es lo que debe de hacer que en vez de enfocarnos en él, disfrutemos el presente, porque finalmente es lo poco que podemos experimentar. Hay que reirnos un poco de todo esto, ver los dos lados de las cosas: Algo asi como una tragicomedia. El presente dura la mínima unidad de tiempo y muchas veces por andar en la rutina, esa mínima unidad se escapa de las manos y nos volvemos robots predecibles y programados. Es momento de hacer cortocircuito. Cambio y fuera.

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