jueves, 5 de enero de 2012

Mujer con feto

2009 - Locuras previas al año nuevo

Catorce días serían suficientes para que termine el invierno, para que las bancas del parque central no estén cubiertas de nieve. Ella se sentó, se dió cuenta de que sería la protagonista de esta pequeña historia de un blog en internet y decidió alejarse de ella sin dejar rastro. Nunca se supo el nombre de este personaje, solo dejó algunas huellas en la nieve y se fue.

2010 - Día particular

Hoy:
Comí 2 platos de sopa
Me perdí antes de llegar a mi casa
Descubrí que es entretenido patear piedras en el camino
Volví a recordar canciones del invierno pasado
No me gusta el invierno, pero es la época del año donde me quiero más
Mi abuelo acaba de llamar
Me advirtió que no coma pescado crudo
El tío Cheuqe está con alzheimer
No le debo decir a nadie

2010 - El viejo, modelo, de la forma, humana

Era viejo, delgado, pálido y me miraba mientras tomaba café. Tal vez era su musa o tal vez era otra más de las tantas que lo rodeaban. Por las noches las veía, tan bonitas, tan esbeltas y frescas, tan curvadamente perfectas. Pero yo nunca me pude ver. Siempre tuve intriga en averiguar cómo era.
Hoy ha terminado tarde, pero me siento más completa. El viejo salió a las diez de la habitación de colores, donde todas lo observan. Todas se observan. Todas me observan. Celos en el aire. Mil y una mujer hermosísimas andaban por el cuarto, en praderas, en París o en la playa. Todas hermosísimas y yo; sin haberme visto, decidí serlo también.
Siempre quise ir a la playa, pero no puedo. Me siento aprisionada, no puedo moverme. Pienso en cómo salir de acá, pero el viejo no me lo permite. ¿Será magia oculta que utiliza? ¿O son sus cosquillas nocturnas las que no me hacen querer huir? Tal vez yo no quiera irme. El viejo me agrada.
Me siento especial. Siento que el viejo me prefiere, pues me visita y sólo a mí me acaricia con su delicada pluma. Todas las mujeres me miran con envidia, y yo sonrío. Pero cada día que pasa, cuando el viejo no está en el cuarto, las luces están apagadas y cuando los buenos duermen en la ciudad, escucho sus risas y susurros. Pienso en envidia, pienso en celos y no me siento como ellas; creo que soy especial.
Cada vez me siento más completa, aunque el viejo vuelve cada día suspirando más mientras me mira y analiza. Ahora trae un libro siempre que lo hace. Al comienzo me miraba a los ojos, ahora apenas me observa. Ya no hay amor en sus ojos, sólo lee el libro y luego me hace algunos cosquilleos más, pero ahora me duelen. Ya no lo hace con una pluma, sino con un punzón gris. Luego, creo que intentó acariciarme, pero me raspó un poco el cuerpo. Creo que eran mis piernas, pero tengo miedo. No puedo verlas y siento que las piernas que alguna vez tuve se fueron con un ciclón.
Hoy el viejo lloró cuando terminó de acariciarme (esta vez sí lo hizo con su pluma calientita). Me miró de lejos, de cerca. Hasta trajo a algunos amigos que me observaron y pude ver sus caras de asombro. Creo que las mujeres tienen razón; soy fea. Tal vez por eso fue que decidieron cubrirme y llevarme hacia la oscuridad.
No pude ver nada hasta que sentí cómo rasgaban la tela negra con la que me habían cubierto y cómo dos hombres me miraron y me pusieron en lo alto. Ya no estaba en la habitación de colores. Los miraba desde arriba, como si ellos fuesen pequeños y yo una musa; gigante. Y de repente miro alrededor y miradas, mujeres, hombres, cuerpos, paisajes (y otra vez praderas, playas y París) en tantos cuadros. Me sentí observada. Un gran espejo me miró y fue ahí donde me vi por primera vez. Estoy desnuda.



Una taza de café y un libro de arte abstracto estaban sobre la mesa. El viejo artista sacó sus acuarelas y decidió empezar otra pintura, pero ahora de manera realista; como siempre las había hecho: El boceto de una musa hermosísima y curvilínea en la playa apareció en su mente, borrando así los restos de Morgana; mujer que rompió con los paradigmas de la forma humana plasmada en el arte; tercer puesto en la muestra anual artística de París. Qué desilusión.


Y el viejo salió de la habitación silbando, despacito.

2010 - Carta al autor

Hoy perdí la miel de la más colorida

Es como cuando tres notas se juntan y

Es como

Querido autor,
Lamento decirte que estoy insatisfecho con la historia. No es que quiera ser el protagonista, sino que mientras describías el otoño, no mencionaste mi nombre.
Pocas veces presento quejas, pues la verdad es que agradezco que me hayas creado, pero debo decirte que ahora que estoy rodeado de personajes y las mentes me construyen, me da indigestión. No es por el otoño, tampoco por que faltó una tilde en mi nombre en la segunda página, sino que creo que los lectores no aprecian mi arte. Tal vez porque no la redactaste bien, o estoy empezando a pensar que no soy interesante. O empiezo a cuestionarme si tenga arte en mí... Tal vez por eso no soy protagonista.

Me quedé en blanco. Eso te debe pasar a veces, sobre todo cuando creas personajes como yo, sin amigos. Ayer todos los personajes hicieron una fiesta y no me invitaron. Te quise avisar, pero probablemente no te hubiese encontrado, ya que debiste estar en esas fiestas bohemias de tus tiempos mientras que yo quedé inmortalizado entre estas tapas. Agradezco esta cualidad de inmortalidad, pero empieza a preocuparme, pues entre las páginas que me cobijan cada vez empiezo a ver más polillas que me seducen y muerden fragmentos de mi existencia.

Además, el final de esta historia es bastante... Creo que no pertenezco. Me disculpo. Creo que estoy de mal humor y por eso escribo estas cartas. Creo que todo es causa de este resfriado tan molesto como

Como

Como mi incapacidad para elaborar ejemplos. Simplemente optaré por contentarme y un te quiero y chocolates. Calientitos.

Es cuestión de poder

Depresión: La realidad te consume. Locura: Tú consumes a la realidad

2010 - El lienzo del artista

Hola, estimado lector.

No me leas. Siénteme. No me ignores. Estoy aquí, vulnerable otra vez: Ámame, pues si nadie lo hace me marchito. Y entonces el mundo no podrá florecer, pues se encerraría en la jaula de las palabras. Todos ocultaríamos esencias en conceptos. Usaríamos una coraza de cartón, metal, de hierro: Todos escupirían en mi cuerpo.
Los silencios también son música. Entonces ¿por qué contaminarlos con incomodidades? ¿Y no simplemente colaborar a ellos al callar y sentir y reafirmarte como parte del lienzo del artista?

2010 - Cahus caletas

No creo que lea esto, estimado lector 3, pero si es que lo hace, le digo que me urge verlo ya que hay muchas nuevas y demandas de sus habilidades. Espero que se encuentre bien. este ha sido un mensaje clandestino que se borrará automáticamente. Necesita manifestar su existencia pronto. Saludos marcianos!


...
Es 2012 ahora.

Reciclaje de palabras

2011 - Bla

Y los hombres decidieron volar, abrieron sus alas y aterrizaron en el despertar de la motonía del día a día

2010 - El otro lado del prosopón

Era mal momento para el viaje. No es hora, dije, pero fue en ese momento cuando sus tentáculos cogieron el reloj y lo escondieron. No querían que el relato tenga tiempo, así que me engañaron y ya no sé qué hora es. Ya no hay tiempo de comer más, ya no es hora de dormir. Es hora de permanecer a la intemperie. Desapareció la luz y la oscuridad simultáneamente.

Espero. Llega 36 y sus tentáculos me preguntan: ¿Ahora que ya no hay un tiempo, hay un espacio? Mira abajo. La tierra está realmente contaminada, pero era mentira. No hay tierra, era solo el globo de feria de ese pequeño niño gordo, que me observa mientras mastica el chicle. 36 sonríe con los ojos y me toca las piernas. Le digo a 36: ¿Dónde estoy? Pero mis palabras no suenan. O yo creo que no lo hacen. En fin, los tentáculos de 36 me golpean la cara y de mí brotan flores. Me siento arte abstracto y nunca recordaré las clases de pintura ¿Qué es eso? Vomito signos de interrogación y alguien toca la puerta: Es 62. ¿Quién es Isabel? “¡No existen las palabras!” me grita 62 en mayúsculas. 36 lo mira y se ríe. Ahora se ríen juntos de mí. Yo sigo vomitando signos de interrogación, pero 62 y 36 me cobijan bajo una lluvia ácida hielo seco. Me olvido de las palabras, todo está tan frío que quema y lo siento...

Empiezo a pensar, creo que es efecto del frío: Creo que ahora que no hay tiempo, tampoco hay espacio, pues he perdido las formas que me permiten estructurar todo lo sensible en pensamientos: Ya no ubico mi experiencia. Ya no conozco. Ya no existo. Soy ficción. Me amo.
Ahora ya no soy capaz de percibir en su totalidad. Entonces me doy cuenta de que 36 no es 36 y que su sonrisa probablemente no la haya sido. Sus tentáculos sí, de eso sí estoy seguro, eso es intuición. ¿Y el niño? El niño se fue corriendo, pero escucho aún su risa. Probablemente no sea su risa, sea la risa del vacío, pues ¿quién dice que era un niño? Tal vez era 62 disfrazado. ¿Quién dice que estoy loco? Mamá, no lo estoy, ¿Verdad?

Despierto. Son las 8:00 y ahora ya todo tiene sentido (literalmente), pues estoy en mi cama. “Qué aburrido”, pero hay sol, que puedo ver a través de mis ventanas. Huelo el pan caliente y escucho el “Ya está listo el desayuno”. Cojo las sábanas calientes y un “Qué alivio”, pero otra vez “Qué aburrido” y empieza otro día más y 36 se ríe con 62 y me escupen desde el otro lado del Prospón.

2006 - Zimbabwe

Entre las profundidades de mi computadora, encontré el cuento nunca antes terminado de Zimbabwe. Ese que se supone que debía de tener 1 o 2 páginas pero finalmente terminó con más de 5 a causa de la imaginación y el permiso de Jose Agustín:
Acá va, compañeros.



Un día en clase de CI, todos estábamos muy aburridos. De pronto entró Bruna y nos dijo:” Chicos, ya es hora, ¡Nos vamos a Zimbabwe!”. Todos estábamos muy emocionados porque iba a ser nuestro primer viaje a otro país. Salimos de clase y vimos las maletas listas. Era extraño, nadie recordaba haber hecho su maleta, pues nadie sabía que iríamos a Zimbabwe hoy. Tomamos las maletas con nuestros nombres y nos fuimos. Piero se atracó en la escalera y no pudo ir. Abrimos la maleta de Piero y nos robamos sus chucherías. Nos subimos al bus. El chofer intentó arrancar, pero no se pudo. José Agustín quiso ayudar revisando la llanta. Cuando se arregló el problema, el chofer pendió el motor. A José Agustín se le quedó su casaca al lado de la llanta. Fue a recogerla, pero el bus lo atropelló. Pasamos la calle “F” y el chofer renunció porque Jesús le robó su video porno. Tuvimos que llamar al amigo de Diego. El chofer nuevo manejaba muy rápido porque era un narcotraficante y supo evitar a la policía un par de veces. Llegamos todos al aeropuerto menos Daniela V., porque ella se quedó hablando con el narcotraficante. Llegamos y dentro de unos minutos ya estábamos muy cerca de entrar al avión. No dijeron q ya no habían mas aviones, entonces viajaríamos en helicóptero. Todos entramos, menos bernardo, porque el quiso subir al helicóptero para gritar:¡Soy sensual!, Pero no pudo, porque el chofer despegó antes y le cortó la cabeza. En la mitad del camino, rodrigo quiso abrir la ventana y se le cayo su casaca. Rodrigo asomo la cabeza por la ventana, y un águila lo jaló y él se cayo al mar. Seguimos volando… con algunos amigos menos, pero no importaba. Nos sirvieron el almuerzo. Tacu tacu y pudín de postre. Estaba rico, pero muchos fueron al baño. Daniela estaba comiendo el pudín y se atoró. Nadie le ayudó por que como ya estábamos llegando, todos estaban viendo el paisaje. Daniela murió y la dejaron ahí… todos pensaban q taba dormida. Bajamos del helicóptero y vimos una jirafas muy bonitas. Juan Diego se identificó con ellas, porque los 2 tenían pequitas de diferentes formas. Fue hacia ellas y se quedo a vivir con ellas, en la selva y aprendió a hablar su idioma. Jenny también se fue con el para sacar el área y el perímetro de las manchas de las jirafas (incluyendo a Juan Diego). Los dos se perdieron en la selva. Cathy dijo que fuéramos al lago para bañarnos y nosotros fuimos muy contentos. Mientras caminábamos una planta carnívora se comió a Alejandra M. y nunca mas la volvimos a ver. Nos llevamos la planta, porsiacaso queríamos sacrificar a alguien mas en el camino. En el lago, todos nos divertíamos viendo cómo los tiburones y pirañas disfrutaban desamando a Ivanna. La monga se reía hasta que un tiburón se llevó su cabeza y la pobre no pudo reír más.


Sebastián estaba aburrido y quiso jugar sus cartas Yu Gi Oh. Como Piero no había podido venir a Zimbabwe porque quedó atascado en la escalera del colegio, tuvo que jugar consigo mismo. Al sacar su carta de la mochila, sintió una punzada de dolor en el dedo chiquito. Miro su mano y se dio cuenta de que estaba llena de sangre. Gritó y gritó mientras se desangraba minuto a minuto. Ahora sólo le quedaban 10 ml de sangre y se dio cuenta de que iba a morir. Sacó su calculadora y sacó el promedio de cuánta sangre le quedaría en 3 segundos más. En su último minuto de vida se comió sus cartas para que ningún aborigen o astrolopitecus (investigado por Ulla) se los llevara. Finalmente murió y en su tumba creció una yuca que Sandra investigó.

Cathy dijo que teníamos que ir a hacer sandboard. Todos fuimos incluyendo ella y Fernando Valiente. La montaña era muy alta. Era como el volcán Trubit Trubestra. Estábamos subiendo, y Cathy le sugirió a Fernando, subir a la cima para bajar más rápido. Como Cathy estaba muy cansada, Fernando le preguntó si quería ir cargada en su espalda. Como él era muy “atlético” subió corriendo a la cima, pero como Cathy había comido tacu tacu y tenía un yunque en su mochila, Fernando sintió que se caía. Se tambaleó y Cathy gritó: “Oh my God!”. Fernando se resbaló con una piedra y los dos cayeron de la montaña. Rodaron y se hicieron una bola. Cayeron llenos de piedras a un lago en donde un cocodrilo los estaba esperando. El cocodrilo se los tragó de un bocado y nunca los volvimos a ver. Ya éramos muchos menos, pero la cosa era que nos estábamos divirtiendo.
Haciendo sandboard, Andrea Vega se rompió la cabeza contra algo duro. Lo sacó de la tierra y pude ver que era un talismán raro. No pude ver más porque quise hacer un rato de sandboard. Cuando subí la montaña de nuevo, no vi a Andrea. Me contaron que el talismán le había consumido toda la tela que tenía, es decir ¡La ropa! Como estaba igual que la trajeron al mundo se cubrió con algas del lago Titihuampa. Las algas tenían unos puntos negros grandes. Después de un tiempo nos dimos cuenta de que eran sanguijuelas. Vimos como chupaban la sangre de Andrea, pero como el talismán era extraño, también le había dado el poder de no poder desangrarse. Tanto la chuparon que salió deshidratada y de 2 cm de alto. Como era tan chiquita ahora, decidimos que sería la mascota del grupo. Estaba muy deshidratada y parecía una pasita. Como ella caminaba muy lento, decidimos darle un medio de transporte. Le conseguimos una mosca y le pusimos rienda para que la monte.
Ulla estaba investigando las montañas del sandboard. Encontró los huesos de un Australopithecus. Antes de que pudiera sacarlos de la tierra, hubo un derrumbe – avalancha y nuestra querida profesora desapareció entre los escombros de piedras, junto con los huesos del australopithecus encontrado.
Tiago estaba sentado en el pasto. Como su pantalón le quedaba grande, sintió que algo le rozaba la parte trasera. Volteó pero no vio nada. Yo le dije: “Tienes una serpiente en el poto”. Tiago se retorcía y se encogía. Logré ver el mejor espectáculo del viaje: A Tiago lo habían devorado por dentro. Yo no sabía qué hacer así que arrojé el cuerpo al mar Tupacchabili. La serpiente se escapó y nunca la volví a ver.
Bruna nos dijo que teníamos que hacer una excursión por la selva de Sacatucaca. Estábamos caminando por las palmeras y Macarena paró a comer plantas. Ella le encanta la fauna de Zimbawe. Macarena, mientras disfrutaba comiendo las plantas, su bracket se le atascó en una planta musgosa. Ella no se dio cuenta y siguió caminando. Como es muy despistada, no se dio cuenta de que estaba jalando la palmera mientras caminaba. La palmera casi no resistía más y Macarena sintió que algo la jalaba hacia atrás. Avanzó un paso más y PLAFFFF!! Salió disparada como un cohete hacia el lejano Missisipi. Me contaron unos policías que encontraron tirada su cabeza, pues su cuerpo se había desprendido en el camino. Pienso que habrá caído en la ciudad perdida del Tahuantinsuyo. La cosa es que nunca la volvimos a ver.
Estabamos pasando por una ciudad perdida que parecía la isla de Jurassick Park. Esa ciudad era muy alta. Mientras caminábamos por ahí, apareció una llamapithecus, entonces Chiara intentó correr, lo más rápido que pudo, pero como la llamapithecus corría a 100 Km. por hora, la alcanzó. Yo fui corriendo a ver qué pasaba. La llamapithecus había acorralado a Chiara. Chiara le sacó la lengua y la llamapithecus le escupió. En los ojos. ¡Ahora Chiara ya no podía ver! Entonces, la chica da un paso atrás y se cae por el precipicio. Uff, la muerte de ella sí que fue fea. Al caer por el precipicio fue atravesada por el cuerno de un rinoceronte.
Como Chiara estuvo en el taller de teatro mientras estaba viva, Armando fue a rescatarla. Él dijo: “Voy a cruzar el precipicio para después bajar y rescatarla”. Armando lanzó una cuerda que tenía en su mochila, y como él sabe pasar por la “cuerda floja”, empezó a caminar. De vez en cuando se tambaleaba un poco y parecía que se iba a caer. Justo ahí llegó Andrea Vega montada en su mosquita. Nos contó que nos estaba siguiendo, pero su mosca se había caído en una tela de araña, así que tuvo que escaparse. Andrea, montada en su mosca fue volando a ver todo lo que había pasado, pero sin sonido alguno todos vieron como Armando caía de la cuerda floja. Finalmente cayó al precipicio, por la culpa de Andrea V. y el ruido distractor que emitía su mosca.

Bruna dijo que teníamos que ir al campamento para alistarnos para dormir, pero primero visitaríamos la cueva Tinkitupinki. Fuimos todos a la cueva, pero en el camino Jimena escuchó un ruido (Jimena, no te asustes, todavía no mueres). Vimos mucho polvo y después de un rato, descubrimos que era una estampida de mamuts que venían hacia nosotros. Todos nos fuimos a proteger. Como había mucho polvo, no pude ver nada por algunos minutos. Algunos mamuts pasaron cerca de nosotros, pero ninguno aplastó a nadie. Eso creía, hasta que cuando los mamuts se fueron, vimos que habíamos perdido a nuestra amiga Andrea y a su mosca.
Después de la muerte de Andrea, fuimos a la cueva. La cueva era grande, pero había muchos murciélagos dormidos. Martina logró ver unas pinturas rupestres. Lamentablemente Ulla no las pudo ver, porque ya había muerto antes. Bruna le dijo a Martina que no se acerque, pero como Martina quería ver, no siguió la indicación de Bruna. Martina tropezó con un hueso y, por el ruido, todos los murciélagos se despertaron y la atacaron. Le quitaron los ojos (eso es lo que pude ver, pues también yo me protegía de los murciélagos hambrientos). Como Martina estaba ciega, corría buscando escapar, pero se chocaba con las paredes de la cueva. Por fin salió, pero como pensaba que los murciélagos la seguían persiguiendo, siguió corriendo. Después de chocarse con 3 árboles, un mono y un aborigen, se fue directo al volcán. Se cayó al volcán y se quemó viva. Fuimos todos a rescatarla, pero como ya estaba muy quemada, sólo recogimos el cuerpo sobrante para llevarlo al campamento.
Ya era de noche, así que fuimos todos al campamento. Ya era la hora de comer. Bruna nos dio leche con pan y camote. No comimos pudín porque era muy peligroso volver a arriesgarse. A nadie le gustó la leche porque no sabía a nada. A Bruna tampoco le gustó, por eso quiso encontrar la bacteria que convertía la leche en yogurt. Mientras Bruna caminaba con algunos de nosotros en busca del Lactobacillus, Bruna dio un grito. ¡Ella había encontrado una bacteria nueva que podía dominar el mundo! Bruna puso la bacteria en su mano, pero la bacteria era tan poderosa que automáticamente le quitó las uñas. A Bruna no le importaba estar sin uñas, sólo le importaba la bacteria. La bacteria se escapó y Bruna la persiguió. Todos fuimos a ver la persecución, pero no duró mucho, porque mientras Bruna perseguía la bacteria, se cayó a la arena movediza. Entonces nos dimos cuenta que sólo quedaban 5 profesores: Sandra, Punchi, Vanessa, Marina y Ana María. Regresamos al campamento con la mala noticia. Como no teníamos qué comer, decidimos cocinar un pollo en la parrilla portátil que trajo Andrea P. Como no teníamos carbón, usamos el cuerpo de Martina ya quemado, pues no nos quedaba otra cosa más.
En la noche, después de comer el pollo (que no estaba tan rico) todos nos fuimos a dormir. Bueno, en verdad no todos. La mayoría fuimos a la cueva en donde Martina murió. Rafael quería ir a investigar las pinturas rupestres para que el reemplazo de Ulla le pusiera buena nota. Estábamos yendo a la cueva y como él era el más emocionado, entró primero. Como Marisol tenía la linterna alumbraba lo que podía. Escuché que alguien gritaba. Con la linterna pude ver que Rafael estaba corriendo fuera de la cueva por que un oso lo estaba persiguiendo. Me di cuenta que no era oso, sino osa, porque cuando salí a ver qué pasaba, vi que la osa …¡Estaba besando a Rafael! O… se lo estaba comiendo. En fin, la osa paró un toque para respirar o no sé para qué, pero al seguir besando a Rafael ¡Lo infló! Rafael voló por los aires. Estaba altísimo en el cielo. Todos fuimos a ver cómo volaba y era súper divertido, pero la diversión no duró mucho, porque justo pasó un avión lo chancó. Vimos como caía y como ya estaba muerto, no fuimos a recogerlo.

Cuando regresamos al campamento Enrique se robó la maleta de Pasto y se llevó sus cosas. En su maleta tenía una almohada, su ropa y una aspiradora. Enrique se quiso quedar con la aspiradora. Jimena estaba pasando por ahí con su sándwich de pavo que tenía en su lonchera y se unió al grupo. Como Enrique tenía prendida la aspiradora y estaba cerca de ella, yo pude ver cómo la aspiradora aspiró la ceja de Jimena. Jimena no se dio cuenta y Enrique se moría de la risa. Cuando Jimena abrió la boca, el chico prendió la aspiradora y le aspiró la lengua a Jimena. Ésta se molestó y comenzó a perseguir a Enrique, que estaba corriendo. Yo los seguí y vi cuando Enrique aspiró a Jimena completa. Todos nos molestamos con Enrique por matar a Jimena. Marisol le quitó la aspiradora y dijo que tenía que tenía que tener más cuidado y fijarse a quién aspiraba.

Cada vez éramos menos y ya no quedaban muchos. Teníamos mucha hambre, ya que Bruna no encontró la bacteria (pero murió en el intento). Andrea P. tuvo una idea: Comer cocos. Fuimos a buscar cocos por ahí y encontramos algunos. Como no podíamos partirlos, Andrea P. empezó a rayarlos con sus brackets. Rayó 3cocos y estábamos todavía con hambre. Escuchamos unos ruidos. Vi a unos aborígenes corriendo hacia nosotros. Nos escondimos detrás de los árboles, menos Andrea P. porque nadie le había avisado nada. Ella seguía pelando cocos. Los aborígenes estaban cada vez más cerca. Vinieron 2 aborígenes. Uno se llevó a Andrea y el otro a los cocos. Cuando se fueron, los seguimos. Vimos como la tribu de aborígenes Intiwalumpy la alababan. Para ellos los cocos eran sagrados. Vimos como llevaban a Andrea al altar para que raye más cocos. 5 minutos después, vimos cómo la llevaban al fuego. Ya no puedo contar más porque me tapé los ojos, pero Samantha me dijo que fue horrible, que le taparon los ojos, que la ataron de manos y piernas a 4 cangrejos también atados a sus extremidades.

Fui al campamento a buscar a Carolina con Samantha para contarle lo que pasó. No la encontré en su carpa. Tampoco estaba afuera en la fogata. Sentí que alguien me jalaba la pierna. Era Carolina que estaba siendo arrastrada por la tribu Trubit. Sami y yo la seguimos y observamos detrás de un árbol. Vi que los de la tribu la ponían en un trono y la convertían en su reina. Le dieron un vestido precioso. Parecía mágico o algo así, porque era como un vestido hecho de algo líquido. El vestido nos encantó. Carolina nos miró y nos señaló su vestido. Nosotras queríamos el vestido y ella lo sabía. Los de la tribu prendieron una antorcha y alumbraban a Carolina. Carolina nos miraba sacándonos pica. No nos picamos porque un instante después, vimos cómo Carolina desparecía entre el fuego y el humo. Escuchamos cómo gritaba y ni Samantha ni yo queríamos ayudarla. Nos molestó que nos sacara pica por el vestido hecho de gasolina. La tribu Trubit quemaba a su reina cada día y después las lanzaba en cohetes de colores. Samantha y yo nos fuimos al campamento después de ver los fuegos artificiales.

En el campamento estaban escuchando radio. Vanesa estaba cantando y bailando “My hips don’t lie”. No pudo terminar de bailar porque escuchamos ruidos que parecían una procesión. Vimos cómo unos Zulúes se la llevaban y fuimos a perseguirlos. Sandra nos dijo que ella había estado aquí antes y que a éstas horas las tribus y procesiones salían a la selva. Encontramos el campo de concentración de los Zulúes. Un Zulú dijo: “Ha ha ha ha, Uñe, Ubilli, Cutatuuuuuu!!!!” y agarró a Vanesa por la cabeza y le dijo: “Ugga, Itama urgat tubalak ahopértico” y como Vanesa no entendía que ellos le decían que siga bailando el baile sagrado, la comenzó a despellejar. Yo no vi eso. Nadie quiso ver, pero Sandra nos contó que ésas tribus le sacaban las caderas a la gente.

Ya nos íbamos al campamento para descansar, pero Jesús tenía muchas ganas de ir al baño. Fuimos todos al lago y él se fue al “baño” detrás de una roca. Mientras lo estábamos esperando, escuchamos unas voces de mujeres. Fuimos hacia donde estaba Jesús y vimos como unas sirenas se lo llevaban. Lo arrastraban por la arena y Jesús se dejaba llevar. Nosotros lo llamamos, pero no venía. Parecía que se quería quedar con las sirenas. Jesús se metió al mar con las sirenas y nunca lo volvimos a ver. Pudimos escuchar reggaeton. No sé si era mi imaginación o venía del agua, además habían muchas olas en el mar.
Regresamos al campamento. Ya teníamos que ir a dormir. Estábamos muy cansados por todo lo que había pasado en el día. Fuimos al campamento y alistamos los colchones para dormir en el piso, porque un oso (según los que nos contó Punchi) se había llevado las carpas. Alistamos los colchones.
Natalia, como no prestó atención a lo que dijo Ana María, no sabía que tendríamos que dormir en colchones. Ella dijo que no pensaba dormir en un colchón y menos en el piso, así que se fue a buscar un hotel. Como yo era la que tenía el mapa, me fui con ella para que no se muera. Estuvimos caminando un rato y de pronto, ella gritó horriblemente. Casi me rompe los tímpanos. La chica fue corriendo hacia un árbol y comenzó a abrazarlo. Le daba besos, le hablaba. Yo estaba preocupada, ¿Qué le pasaba a Natalia? Escuché lo que le decía y me di cuenta de que Natalia estaba teniendo una ilusión óptica de Drake Bell. Yo le intenté decir que ése no era Drake, sino un árbol, pero ella no me hacía caso y seguía hablando sola. En una de ésas, Natalia se chocó contra el árbol y cayó desmayada. Yo la pateé hasta el campamento porque ya estaba muy cansada. Cuando llegamos al campamento todavía estaban algunas personas despiertas. Les conté lo que pasó con Natalia y justo se despertó. Al despertarse comenzó a hacer ruidos extraños. Primero comenzó a hablar y a caminar como pato, después como oveja. Luego agarró tierra y se la empezó a comer. Le gritábamos que nos escuche, pero no reaccionaba. Después Natalia comenzó a hablar y después se fue a hablar con los árboles sobre su vida. Como estaba tan autista la tuvimos que sacrificar. ¿Recuerdan la planta carnívora que se tragó a Alejandra M? Bueno, usamos a la misma planta para que se coma a Natalia.

Fuimos a dormirnos después de eso. Pusimos las almohadas y nos dormimos al lado de la fogata. Estaba soñando con lo que podría pasar mañana, hasta que me desperté. Sentí un aire helado. Abrí los ojos y no sé si vi un fantasma o algo así. Era un señor con barba. Tenía algo raro en la cara. No tenía orejas y era feo. No me levanté, pues no quería que me viera. Abrí un poco más los ojos y vi cómo el viejo se llevaba a Ana María. Ella estaba demasiado dormida para darse cuenta de que un viejo extraño sin orejas se la llevaba a algún lugar desconocido de Zimbabwe. Me levanté un poco para poder ver mejor. Vi al viejo con un cuchillo que estaba cortando la oreja de Ana María. El pata sacó un cuadro y pegó a oreja con UHU. Recién entendí que el viejo que estaba raptando a Ana María era Van Ghoh. Seguro que se llevó a Ana María y le cortó la oreja para terminar su cuadro. Van Ghoh metió a Ana María en una mochila y se la llevó. Yo no hice nada. ¿Qué podía hacer? Si iba a rescatarla (aunque no creo que pudiera) capaz me hubieran matado a mí y yo no quería morir.

Me desperté en la mañana y vi a todos sanos y salvos (menos a Ana María, claro). Punchi estaba durmiendo en el piso porque su colchón había caído accidentalmente en la fogata y se había quemado. Tomamos desayuno y Sandra nos dijo que tendríamos que ir a la montaña Kikihuacampi a pasear y a ver las hierbas que habían ahí. Fuimos a la montaña y empezamos a subir. La montaña era extremadamente alta. Era tan alta y fría que a Samantha se le estaba congelando el pelo. Todos estábamos cansados, pero la que sufrió fue Sami, que por el frío se le estaban desprendiendo los dedos. Intentó pedir ayuda, pero antes de que pueda hablar, se le cayó la lengua. Marisol estaba subiendo y desgraciadamente le cayó la lengua a ella. Cuando se dio cuenta de que era de Samantha y que Sami estaba en peligro, ya era demasiado tarde. Samantha ya había sido partida en pedazos que ahora se caían por la montaña. Sandra fue la única que llegó a la cima.

Bajamos y Sandra se encontró con algunos amigos: Pocahontas, Hariss Pachamanca y Mamachanga. Los amigos de Sandra eran un poco raros, eran de una tribu llamada “Osama Bin Laden” porque hablaban en idiomas raros y complicados. Sandra se despidió de nosotros y se fue a vivir con sus amigos.

La tribu de Sandra le dijo algo a Sandra. Pocahontas agarró a Enrique y de un momento a otro le cortó la cabeza. Hariss Pachamanca frió la cabeza en el fuego y Sandra los ayudó. Como todos vieron que Sandra había sido “hipnotizada” por la tribu “Osama Vin Laden” todos se fugaron al campamento para no correr riesgo de morir, pero yo quería ver cómo moría Enrique para poder contarlo. Vi que Hariss Pachamanca freía la cabeza de Enrique mientras el cuerpo del chico estaba alimentando a los cactus carnívoros. Quería ver cómo quedaba el plato, pero Mamachanga me miró con cara asesina y me fui corriendo detrás d ellos que quedaban de 7C.

Marina estaba en el campamento jugando con su lap top. Cuando llegamos al campamento nos dio unas clases de Exel rápidas. Su muerte fue lenta y dolorosa. Unos gallos salvajes fueron hacia ella y la picotearon toda. Se la llevaron, pero Marina se escapó. Pobre nuestra profesora. Había regresado sin piel en la cara y brazos y también estaba calva. Algunos la reconocieron y otros pensaban que era un fantasma. Los gallos regresaron y nosotros nos corrimos, para no ver cómo moría. Los gallos la enterraron viva. Todos los del salón estábamos muy preocupados.
Bueno, ya sólo quedábamos Marisol y yo. Ah, si también estaba Punchi, sembrando un camote. Fuimos corriendo a decirle que ya nos queríamos ir de Zimbabwe, pero Punchi no quería irse. Él decía que Zimbabwe tenía mucha vegetación y muchos nutrientes y bla, bla bla. Mientras hablaba vimos como dos plantas les salían de la nariz. Las plantas lo iban enredando minuto a minuto y Punchi no se daba cuenta de que ésos serían sus últimos minutos de vida. Marisol analizó la planta y nos dimos cuenta de que era una planta venenosa. Vimos cómo Punchi gemía y hacía intentos por liberarse, pero no podía. Yo me fui porque no quería ver. Marisol me contó que la tierra se lo había tragado y que en su lugar había crecido un árbol feo.

Marisol y yo no sabíamos qué hacer. No podíamos escapar porque no había ni helicópteros ni aviones, tampoco podíamos nadar, porque habían tiburones y sirenas, tampoco podíamos escalar montañas porque se nos podían salir los dedos, ni tampoco explorar, porque nos podíamos caer por los precipicios. No podíamos vivir en cuevas porque había murciélagos. Tampoco podíamos comer porque nos podría llevar una tribu así que sólo nos quedaba llamar por celular a alguien para que nos recogiera. Como no teníamos celular, nos robamos el de Andrea Vega y el de Jesús. No había señal.

2011 - El día d (último día de universidad)

Empieza un día común y corriente... no. Debes levantarte a una hora donde la mayoría de simples mortales duermen y empezar a leer para tu final: Desde Sanchez Cerro, quien la oligarquía lo descholifica aunque que al final lo mataron, luego Benavides, hasta Belaúnde, bien buena onda, pero el Congreso estaba aliado en su contra bien mala onda yno lo dejó hacer reformas pes, asi no juega Perú (en realidad si,... siempre).Finalmente llega Velasco, el chino rudo, que no dejó que Santana venga al Perú a dar su concierto. Qué pena, los hippies lloran.

Al llegar a Alan García ya daba un poco de hambre, y aprovechando que no tenía que hacer las largas colas, fui por un poco de galletas chinchanas, pero no. Debía de estar en ayunas para mi examen de sangre. Así que me aguanté y aunque mi estómago rugía como dragón traté de conciliar el sueño. Una pastrulada: Cuando estás en finales los personajes históricos aparecen en ellos, y te cagan el cerebro.

Finalmente despierto y me jala mi vecina, bien buena onda. Evitamos todo el tráfico asqueroso de la Javier Prado (-hermano de Manuel Prado, quien entre 1956 y 1962 gobernó legalizando al APRA en la Convivencia - carajo, reflejos de finales), y llegamos a la universidad querida, donde hacía un calor perfectamente asqueroso. Voy a que me saquen sangre, una señora me grita: Niña, espera tu turno. Carajo, espero un rato pero finalmente me sacaron sangre y no dolió. Ahora, a estudiar en el Tinkuy.

Otra vez me encuentro mentalmente con todos estos hombres que uno a uno van cagando de a poquitos el país. Sí, algunos hacen buenas cosas, pero siempre hay intereses de por medio. En fin, llega el examen y me abre la puerta una mujer con un gran lunar facial. Me desconcentró. Me pidió mi número de carpeta y le dije mi nombre, volvió a repetir la pregunta, me dije mi código, la repitió una vez más, casi le digo mi edad, pero no, la respuesta correcta era 61. Lo siento, señora, su lunar me distrajo. Voy hacia mi lugar y me encuentro con que en la carpeta estaban escritas todos los datos encaletadamente. Pido borrador. No sé si por una cuestión moral o porque simplemente estaba segura que mi sacrificio rendiría frutos de manera honesta. Terminé mi examen, bien fácil estaba. Elegí responder Velasco. Me acordé de la profesora Lilia y de mi abuelo que hablaba del Gran General.

Salí, me junté con mis amigos, a esperar hasta las 3 sin tomar ni comer nada. Me estaban matando. Esa era la hora de la ecografía. En el camino a la ecografía escuché mucho sobre animales, acompañé a personas suertudas a comer una pizza grandota, (inclusive en una ventisca me cayó la caja de la pizza y algunas servilletas). Me llama mi amiga, ya saldrá del hospital. Yo tenía hambre. Empiezo a hablar huevadas: La cacería de brujas se dio en la Guerra Fría. Si, soy de la PUCP, hablo mierda, y me excuso diciendo que tengo hambre. Vienen y me preguntan: Tienes examen? Y yo, si, de ecografía. Nadie parece notar que ese no es un curso, todos asienten. Por poco dicen: Ese curso es difícil. Lo confunden tal vez con geografía o ecología.

No hay mucho por hacer hasta la hora del alimento. Conversar, huevear, ver cómo se prende una fogata con miles de fósforos en el pasto, observar cómo miles de empleados desfilan con millones de panetones frescos al frente tuyo. Te provoca, pero no puedes. Ted Bundy está en mi oreja y tengo sueño y hambre. Recuerdo que leí en el periódico que los hombres piensan 19 veces en sexo en un día, 11 en comer y 8 en dormir. Sólo lo escribo porque quería inmortalizarlo en esta ridícula note de facebook que probablemente nadie lea solo yo cuando esté aburrida o vieja.

Ya se acerca la hora de la ecografía, pero lamentablemente el sueño y el hambre te hacen hacer cosas extrañas: Por qué no golpear a alguien en el estómago ahora mismo? Zas. Y luego te haces la pila de la risa y escuchas la palabra "impávido" piensas en Alvaro, quien probablemente sepa su significado. Yo no lo sabía (tuve que venir a mi casa a buscarla en google). Luego ves pasar a la Raspitinka y te ríes de tu lenguaje inventado, de los pseudónimos que le pones a la gente, de la palabra primicias y de todas esas cosas PUCP 2011. Ay qué tierna.

Finalmente es tiempo de la ecografía y la doctora no llega. Te pones a leer un libro de Camus que te recomendó tu psicólogo, trata sobre el suicido. Rayos, pensará qué soy potencial suicida? Carajo, llevo un arete de asesino serial en mi oreja izquierda, creo que eso no da mucha buena sospecha de mi estado psicológico. Todavía no llega la doctores y yo quiero ingerir alimento. Con mucha sal porque soy adicta. Ya llegó quejándose de todo y me pone un gel frío en la barriga. Yo me cago de la risa. No sé si son los nervios o el recuerdo del golpe al estómago, pero no me dejaba respirar bien. Respira, respira y no sueltes. Habrá pensado que fumo mucho (sea lo que sea) o que no tengo pulmón, porque no aguantaba más que unos segundos y explotaba de la risa. Chibola cojuda, eso soy. Dijo que tenía riñones pequeños y que podría ver mis resultados otro día. Felizmente no había nada extraño en mi estómago, nada parecido a un feto o algo por el estilo.

Finalmente me dirijo al Central a alientarme. Me sirvo sal. Más sal. El señor me mira: Sí, soy adicta, señor. El señor se rió y yo me fui a disfrutar de tallarines ramen con hongos. Invité un poquito, vi el cielo bonito y me fui a mi hogar en un largo viaje en microbús leyendo el libro del suicidio. Veo pasar a la gente: Pensarán en que lo viven? Sólo viven, siempre dirigiéndose hacia algún lado, queriendo que sea mañana, para querer que sea mañana y así sucesivamente. Carpe diem time?

Llego a mi hogar y no. No llego porque había olvidado la llave. Asi que con poco abrigo, decidí vagar por ahi escuchando jazz en la calle mientras las carros pasan. Y quiero ir al baño. Para eso está Vivanda: Entras encaletadamente y te vas. No pasa nada. Te encuentras con un amigo. Ya deben haber abierto la puerta de mi casa. Le digo que me acompañe a volver. En el camino hablamos de Conga y de política. Puaj, mejor hablemos de otra cosa: Qué pedirás por navidad?

Luego vemos cemento fresco: Perfecto. Salamandra y castor. Pero una mujer nos gritó Carajo con mayúsculas y sólo quedó Salamandra. Pasó el Serenazgo. Luego decidimos joder (es realmente divertido y apasionante). Pasa un señor con cara de bueno (es bien difícil encontrarlos hoy en día, todos andan malhumorados por las calles) y entonces es mi turno: Oye, Rodrigo, ese no es Carlos? (lo señalo). ¡Carlos! Cómo has estado. Nos acercamos. Nos cagó: REALMENTE se llamaba Carlos. Otra cagada de la impredictibilidad. Nos dijo: Si, soy Carlos, pero no los recuerdo, quiénes son? Simplemente dije: Los hijos de Cecilia, no nos recuerdas? El pobre hombre casi se acerca a saludarnos con beso. Estaba confundido, y se sentía culpable por no reconocernos. Podía oler su sentimiento de culpabilidad. Finalmente dejamos de joderlo y lo dejamos libre. Antes de llegar a mi hogar (estaba realmente cansada por todo este tema de los finales) encontramos a una animé japonesa bastante celeste que estaba parada. Se llamaba Minku, según ella y decidimos tomarnos una foto con ese gran personaje posmoderno. Minku habrá pensado en el suicidio? No lo sé, nadie lo sabe.

Seguimos caminando en la travesía hacia mi hogar. Un perro ladra, ladra y araña a Rodrigo. Decidimos correr alrededor de un señor y luego hacer un baile extraño en la parada de un semáforo. Llego a mi casa más que cansada y molida por este día tan absolutamente extraño y divertido. No podré ir al cumpleaños de mi prima porque necesito dormir. La llamo, me disculpo y la veré mañana: Comeremos crepes.

Tomo un yogurt con corn flakes, me meto a la cama, pongo una película, no la veo. Nunca es tarde para romper con la monotonía cotidiana. Jamás. Es sólo cuestión de tirarle un puñete y reírte en su cara. Reírte del tiempo, del absurdo, del año que termina, del regalo navideño que no te gusta pero lo aceptas porque es de algún familiar cercano, de las medias con hueco, de que no haya papel higiénico en el baño y te encuentres solo, de que Alan García ahora esté realmente gordo, de que ya llega el verano y no te has hecho la depilación completa y de que en realidad, en eso consiste todo. Luego de ver a los trágicos en filosofía antigua en el final del día anterior, concluyes que el hombre es finito y frágil ante el mundo (no importa qué tanto huelas a teen spirit, adolescente, siempre eres frágil ante la contingencia). Y esa contingencia, ese futuro como espacio de libertad es lo que debe de hacer que en vez de enfocarnos en él, disfrutemos el presente, porque finalmente es lo poco que podemos experimentar. Hay que reirnos un poco de todo esto, ver los dos lados de las cosas: Algo asi como una tragicomedia. El presente dura la mínima unidad de tiempo y muchas veces por andar en la rutina, esa mínima unidad se escapa de las manos y nos volvemos robots predecibles y programados. Es momento de hacer cortocircuito. Cambio y fuera.

2009 - Los niños de ahora

Llegaban cada vez más. El timbre sonaba mucho (tal vez demasiado) y cada vez habían más piqueos, más vino, más futuras ebrias. Las amigas de mamá llegaban en serie, saludaban, mencionaban: “¡Que grande está tu hija!”. Yo pensaba: Soy humana, tengo que crecer alguna vez ¿O no? O mencionaban algo así como: “Soy Marita, yo te he visto desde chiquita ¿Te acuerdas de mi?” No, en realidad no, nunca me pareciste memorable. Pero por lo menos intentaban ser amables, entonces yo respondía con una sonrisa en la cara y las invitaba a pasar. Algunas simplemente me llamaban Alexandra y yo tenía que fingir que ese era mi verdadero nombre para no generar tema de conversación.

Estaba haciendo las tareas y no quería interrupciones porque ya estaba a punto de terminar. En eso, tocan nuevamente el timbre y voy a abrir la puerta. Era una mujer con un bebé en brazos y una niña a la cual muchos llamarían “chibola” por su característica forma de vestir y las dos colitas que amarraban los lacitos en su pelo. Su vestidito rosado me cegaba y su blanca sonrisa llena de dientes de leche me incomodaba. Nunca me gustaron los niños. La mujer me saludó y preguntó por mamá. Está arriba con todas sus amigas. Entonces dejaré a mis hijos por acá. Bueno. No sabía que “por acá” era pegados a mí, es decir, nunca supe que en ese momento había dejado de ser una persona libre que solo quiere hacer sus tareas para convertirme en una niñera sin paga.

La niña me siguió hasta mi cuarto, mencionó su nombre, el cual era poco memorable, mas la personalidad de la niña no. Parecía una buena niña, así que para que se entretenga, le di un maletín (que me demoré bastante en buscar) lleno de Barbies. Descubrí que no estaba tan lleno, ya que cuando lo abrí sólo había una Barbie, un Ken, una Kelly, entre kilos de ropa. La niña se entusiasmó y empezó a jugar con ellos mientras yo fingía terminar la tarea (que en realidad ya había terminado). Me interrumpió. ¿No tienes más Barbies? No, mentí. Es que no me gusta ésta. ¿Por qué? Es linda. Esta cochina, me decía. No, no lo está, es negra. Pero no me gusta, es sucia y fea.

Me quedé impresionada. La niña tenía a penas unos 5 años y ya tenía una ideología racista. Supongo que esto es influencia de la mamá, pensé. Felizmente el niño todavía era pequeño y tenía posibilidad de salvarse de ese tipo de malos pensamientos. Intenté convencer a la niña de que la Barbie no estaba sucia, que simplemente era negra y eso no tenía nada de malo, pero todo fue en vano. La niña quería otra Barbie. Una rubia. Tal vez fui algo inmadura al discutir con la niña, pero al final ésta me terminó pegando. Hasta se encerró en mi cuarto y no me dejó pasar. Quería que le de una Barbie rubia, no una negra.

Cuando recuperé la propiedad de mi cuarto, la niña fue a donde su mamá a difamar mi nombre. Dijo cosas inciertas sobre mí, pero a mi no me importaban. Esa niña era simplemente un pequeño diablo que estaba a punto de irse de mi casa. La mamá se disculpó con mi mamá y me dio una mirada que yo interpreté como asesina. La niña se despidió de mi con una sonrisa, fingiendo que no había pasado nada. Yo le seguí el juego, por supuesto. Y la puerta se cerró. En fin, la entretuve un poco.